Saltar al contenido

ENVÍO GRATIS A PARTIR DE 40€

La vida de Lucía

por PURA VITAMINA 07 Nov 2025 0 comentarios

Redescubrirse después de los 50

Hola me llamo Lucía. y voy a contar un poco de mi propia experiencia

Tengo cincuenta y… algunos años más. No diré cuántos porque, a estas alturas, eso importa poco.
Lo que sí importa es que me miro al espejo y, aunque no me desagrada lo que veo, sé que puedo y debo sentirme mejor.

Durante años intento cuidar mi cuerpo. He probado y persistido casi con todo: la dieta Keto, la Paleo, la Vegana, la Dukan, e incluso el ayuno intermitente.
En todas, algo funcionaba… al principio.
Pero tarde o temprano volvió a caer en lo mismo: la falta de constancia.

No soy de comer mucho, y mi plato suele estar lleno de verduras, pero tengo un pequeño enemigo que aparece cada noche, justo cuando el reloj marca las once: mi antojo de algo dulce .
No importa lo ligero que haya sido la cena; mi mente busca esa pequeña recompensa, ese momento de “premio” que en realidad termina siendo mi trampa.

El cuerpo cambia, aunque la mente se resiste.

Cuando estas cerca o pasas de los cincuenta, no es solo que el metabolismo se vuelva más lento: es que el cuerpo empieza a comportarse diferente.
Pierdes masa muscular, acumulas grasa con más facilidad y notas que los resultados tardan más en llegar.
Yo lo descubrí después de meses intentando volver a ponerme en forma sin lograr grandes avances.

Empecé a caminar, luego a hacer algo de gimnasio, incluso a seguir vídeos de ejercicios en casa.
Pero la báscula no se movía.
Y lo peor: mi cuerpo se sentía blando , sin tono, sin fuerza.

Fue entonces cuando una amiga me habló de los complementos alimentarios.
No como milagro -porque los milagros no existen- sino como apoyo.
Ella me dijo algo que se me quedó grabado: 

“A veces no se trata de hacer más, sino de hacerlo mejor”.

La importancia de entender lo que pasa por dentro

La conversación con ella y ver cómo estaba y ese cuerpo de ensueño fue como dar a un interruptor en mi cerebro. No fue hasta que empecé a leer sobre el tema que comprendía que mi problema no era solo la comida ni la falta de ejercicio, sino cómo funcionaba mi cuerpo a mi edad .

Según un artículo publicado por Cleveland Clinic , a partir de los 50 el cuerpo tiende a reducir su gasto energético basal, lo que significa que quemamos menos calorías incluso en reposo .
Eso no se arregla dejando de comer; se arregla cuidando el músculo, descansando bien y manteniendo el metabolismo activo.

Así que, por primera vez, dejé de pensar en “adelgazar” y empecé a pensar en fortalecerme .

Cuando vislumbras que el cambio empieza por dentro

La primera semana fue dura, sobre todo mentalmente.
Sentía que el esfuerzo no se notaba como me gustaría, que nada cambiaba.
Pero... poco a poco, empecé a notar algo distinto: energía .
No tanto como a los veinte, pero sí suficiente para mantenerme activada todo el día sin esa sensación de cansancio constante.

Empecé a dormir mejor, a tener más ánimo y, sobre todo, a mirarme con un poco más de cariño.
Quizás todavía no estaba más delgada, pero si que estaba más viva.
Y eso, a esta edad, vale más que el oro.

También aprendí algo que nadie me había dicho: " que el cuerpo escucha" .
Cada elección -lo que viene, cómo respiras, cuánto te mueves, cuánto descansas- le está hablando constantemente.
Y cuando le hablas bien, tu cuerpo responde.

No se trata de renunciar, sino de encontrar el equilibrio.

Antes, todo era blanco o negro.

O una dieta estricta, o abandono total.
Ahora entiendo que el equilibrio es mucho más poderoso.

Ya no castigo a mi cuerpo con prohibiciones, pero tampoco lo premio con excesos.
Si tengo antojo de algo dulce, lo disfruto… pero lo hago consciente.
Si un día no entreno, ya no me culpo.
Simplemente vuelvo al día siguiente con la misma intensidad.

Leí en un artículo de Psychology Today que la relación con la comida refleja la relación con uno mismo .
Sí es cierto. ¡ Cuando te juzgas menos, te cuidas mejor!.

Con pequeñas victorias, consigues grandes cambios.

Hoy, cuando me miro al espejo, no veo una mujer perfecta, pero sí veo una mujer en proceso.
Y aunque mi cuerpo no sea el de los 30, ni falta que me hace.
Hoy es el de una mujer que ha aprendido, a base de tropiezos, que los cambios reales se construyen con tiempo y amor propio.

Mi barriga sigue ahí, aunque algo más firme.
Mis brazos tienen un tono que antes no tenían.
Y, lo más importante: mi cabeza está más ligera que nunca.

Ya no me como el coco,  no busco la dieta milagrosa, busco sentirme bien.
Y si los resultados llegan (como realmente están llegando), serán la consecuencia de cuidar mi cuerpo con paciencia, y de no castigarlo con prisas.

Nunca es tarde para empezar de nuevo

A veces me pregunto por qué tardé tanto en entender algo tan simple:
no se trata de cambiar de cuerpo, sino de cambiar de mirada.

No hay edad para empezar a cuidarte, ni excusa que valga para dejar de hacerlo.
Quizás la Lucía de hace unos años no lo habría creído, pero hoy sé que nunca es tarde para empezar de nuevo .

Y si estás leyendo esto y te ves reflejada en mis palabras, recuerda:
No necesitas hacerlo perfecto. Solo necesitas empezar.

Publicación anterior
Siguiente publicación

Deja un comentario

Tenga en cuenta que los comentarios deben aprobarse antes de publicarse.

¡Gracias por suscribirte!

¡Este correo electrónico ha sido registrado!

Compra el look

Elige opciones

Opción de edición
Back In Stock Notification
Comparar
Producto SKU Descripción Recopilación Disponibilidad tipo de producto Otros detalles

Elige opciones

this is just a warning
Acceso
Carro de la compra
0 elementos